McAllister explora las complejidades de la maternidad, las relaciones familiares, la salud mental y la curación con sus máscaras, figuras y pinturas con mechones de alfombras. Ella reimagina la cualidad doméstica de la “alfombra” transformando el material y al mismo tiempo brindando al usuario y al espectador la posibilidad de existir en los sentimientos asociados con cada máscara: alegría, ternura, ira, unidad, amor y frustración. La naturaleza de una máscara permite al usuario ocultar y exponer partes de sí mismo simultáneamente.